Conduciendo en Korogó, al norte de Costa de Marfil |
por Javier Bleda
Hace diez años escribí y publiqué
un librito en papel titulado El Safari de la Vida con la intención de aportar
más información sobre determinadas y tremendas realidades del continente negro
y, por supuesto, también ofrecer algunas fórmulas para que quienes se sintieran
con ánimo suficiente pudieran cooperar introduciendo en sus vidas la conciencia
que tanto parece faltarnos al conjunto de la sociedad.
Después de diez años he decidido
sacarlo en versión ebook PDF y, antes de hacerlo, he repasado lo que escribí
por si había lugar a realizar alguna modificación, especialmente en el capítulo
de Reflexiones, un lugar en el que transcribí pensamientos de muchas personas
que hacían mención a África y que leídos se transformaban en sólidas llamadas
de atención. No tuve que hacer la más mínima modificación, después de diez años
lo escrito por mí, y lo expresado por otros, sigue manteniendo la más absoluta
de las vigencias, y ello porque no somos capaces de entender que lo que pasaba
en África, lo que pasa y lo que pasará nos afecta directamente a toda la
humanidad.
No hace mucho una activista
africana que vive de maravilla en Europa me tildó públicamente de
neocolonialista por pretender mantener que África sigue sufriendo los efectos
de la pobreza de una manera salvaje, y así es por mucho que otros crean que
aquello ya no es lo que era. Por supuesto que los que piensen que los africanos
viven en chozas y van con taparrabos se equivocan, ya que en su inmensa mayoría
han evolucionado (o involucionado) hacia una sociedad muy parecida a la
nuestra, con carreteras, edificios altos, restaurantes y hoteles de lujo, magníficos
aeropuertos y tantas otras cosas entendidas como beneficios del progreso, pero
tampoco es menos cierto que hay millones de africanos, de entre los mil y pico
de millones que son, cuyo sufrimiento difícilmente se puede llegar a comprender
para los que vivimos instalados en el bienestar, incluyendo en ese cupo de
disfrutadores a millones de habitantes de África que viven en la abundancia.
Allí la muerte es compañera
habitual de madres que ven a sus hijos irse al más allá por no disponer de un
miserable puñado de euros para comprar medicinas; la diarrea mata más niños que
el sida y la malaria juntos, algo que se dice pronto pero no se asimila nunca;
las hambrunas son habituales en determinadas regiones y la muerte por inanición
adquiere el rango de insulto, porque insulto es que hoy en día la gente pueda
morir de hambre y sed de manera industrial.
Yo soy uno de los tantísimos
atraídos por la magia de un continente que difícilmente se puede describir con
palabras. Los expertos dicen que esa suerte de atracción viene posiblemente
dada por un sentimiento atávico de enraizamiento, puesto que parece haber pocas
dudas al hecho de que los primeros humanos pudieran provenir de las
profundidades africanas, y eso es lo que hace que quien conoce África se quede
enganchado como si fuera víctima de un sortilegio. Precisamente por eso escribí
este librito hace diez años, porque uno no puede callar ante la dejadez global cuando
afecta a algo que ha calado hasta lo más profundo de su ser.
Si te apetece saber un poco más
de lo que es África, vista desde dentro, este libro posiblemente te gustará,
pero si además quieres saber qué puedes hacer para que África no sea un simple
y reiterado recuerdo navideño de las ong, entonces no dudes en leerlo, puede
que con ello te conviertas en activista de la vida allá donde se encuentran tus
verdaderas raíces.
Si quieres puedes obtener más
información de El Safari de la Vida, e incluso comprarlo y descargarlo,
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