Por Javier Bleda
Cuando me senté a escribir Viuda Súbita pensé que a este título debía añadirle algo más, algunas palabras que orienten al posible lector sobre el contenido y qué puede encontrar en su interior, y por ello el libro acabó titulándose Viuda Súbita. Reflexiones sobre un asesinato. Mario Biondo. In Memoriam.
Lo de Viuda Súbita viene por un artículo que el periodista Ángel Antonio Herrera escribió hace años en el periódico ABC, a mayor gloria de Raquel Sánchez Silva, viuda de Mario Biondo. En este artículo, publicado el 19 de diciembre de 2015 con el título A bordo de la sonrisa, el periodista mencionaba que la presentadora se había convertido en una viuda súbita, es decir, repentinamente, de manera precipitada, brusca, y quién sabe si también imprevista o inesperada.
Lo de Reflexiones sobre un asesinato es porque, a lo largo de las páginas del libro, lo que hago es reflexionar sobre lo que, a todas luces, es un asesinato y no un suicidio, ni tampoco un lamentable “accidente sexual” como apuntaba la propia Raquel Sánchez.
El 3 de agosto de 2022 El Mundo y Corriere della Sera titulaban así: Mi hijo sabía demasiado, recogiendo palabras de la desconsolada madre de Mario Biondo, Santina d’Alessandro. En el cuerpo de la información se podía leer esto: Nicola Aiello, juez italiano, apunta a que Mario no se quitó la vida: Los elementos que se extraen del expediente del Ministerio Público sugieren que Mario Biondo fue asesinado por manos desconocidas y posteriormente colocado en una posición capaz de simular un suicidio.
El juez Aiello insiste en que en el momento del hallazgo del cadáver se deberían haber realizado actividades de investigación que no se realizaron y enfatiza las innumerables contradicciones contenidas en las declaraciones de la viuda de Biondo.
Es decir, yo reflexiono sobre un asesinato porque el juez italiano, que en última instancia no tuvo más remedio que archivar el caso, dado el tiempo pasado y la imposibilidad de recabar más pruebas al haber ocurrido los hechos en otro país, acaba diciendo que todo sugiere que Mario fue asesinado.
Por último, y de manera obvia, el título del libro va dedicado a la memoria de Mario Biondo, porque lo conocí justo tres o cuatro semanas antes de morir, cuando ya estaba preocupado y me preguntó qué podría pasar si sabía que alguien de su entorno más próximo tenía una relación con una persona muy top. ¿Cómo de top? Máximo, nadie por encima, me respondió.
Todas estas cosas las he metido en un libro, a modo de coctelera, y las he llamado reflexiones, porque eso es lo que son, reflexiones sobre un asesinato. El de Mario Biondo. Y para mí, que soy el que lo ha escrito, es una novela basada en hechos reales. Tal vez para otras personas no.
El libro está escrito con datos, con muchos datos. He recogido las conversaciones con una de mis fuentes de los servicios secretos españoles, pero no uno de los que se dedican a tareas administrativas o a llevar los cafés, sino uno para quien su día a día consiste en trastear con la podredumbre de los más bajos estratos del Estado. Claro que, bien pensado, en realidad esto es lo que se supone que hacen todos los que se dedican al tema de los servicios secretos, medrar por las cloacas.
También he utilizado declaraciones oficiales de todo tipo, unas con aspecto de verdaderas y otras con pinta de montaje, pero no por ello menos oficiales.
He recogido textos y declaraciones de la viuda, de periodistas, de congresistas, de policías, de fiscales, de jueces y de cualquiera que hubiera dicho algo importante en relación al caso.
Por supuesto, como no podía ser de otra manera, también he escrito sobre mis pensamientos y averiguaciones, más que nada porque al ser el autor quedaba feo que la mayor parte del texto se circunscriba a lo que otros han dicho.
Y, para cerrar el libro, he usado dos únicas imágenes obtenidas del documental emitido por Netflix, Las últimas horas de Mario Biondo, donde se evidencia el mensaje oculto que el productor de dicho documental, y durante muchos años manager de la viuda, Guillermo Gómez Sancha, ha querido lanzar para quien quisiera o supiera verlo y en el que, de manera clara y absolutamente evidente, se marcaba la figura del que fuera príncipe en el momento de la muerte de Mario Biondo, año 2013, y ahora rey de España, Felipe VI, como la persona a quien se estaba protegiendo.
Sobre esto he escrito y sobre esto es de lo que hablo cuando alguien me quiere hacer una entrevista para saber más del libro. Sobra decir que no soy yo quien ostenta el control en la manera más o menos escandalosa que tengan de titular otros periodistas o medios de comunicación, por lo que, bajo ningún concepto, asumo más responsabilidad de la que, en todo caso, pudiera derivarse de lo que he escrito o dicho en primera persona.
En relación a Raquel Sánchez Silva, lo que hago en el libro es plantear la hipótesis de que esa persona del entorno de Mario que tenía una relación con alguien top, nadie por encima, presuntamente fuera ella. La persona a la que había que proteger, esa persona top, también presuntamente fuera el Príncipe, y el protector fuera el Rey, quien pudo azuzar a su gente vasalla de los servicios secretos, como ya había hecho otras veces, para cerrar la boca de quien pudiera entorpecer el orden dinástico.
Consultada Wikipedia, la novela realista se caracteriza por la verosimilitud de las intrigas, a menudo inspiradas por hechos reales, así como por la riqueza de las descripciones y de la psicología de los personajes.
Y según Gilad Elbom, Profesor en la Universidad Estatal de Oregón (EEUU): La verosimilitud es la idea de que la literatura debería ser cierta a la realidad: la idea de que los elementos textuales –personajes, diálogo, contexto, imágenes- deberían ser creíbles, convincentes, auténticos, realistas.
En resumen, tomé los datos que tenía y escribí una novela realista que además resulta ser verosímil, lo que, según la RAE, es algo que tiene apariencia de verdadero.
Como decía al principio de este artículo, enviudar de manera súbita es sinónimo de repentino, de manera precipitada, brusca, y quién sabe si también imprevista o inesperada. Pero debo reconocer que, en este caso, no sé si estaría muy de acuerdo con los dos últimos sinónimos, suponiendo que alguien me pidiera opinar sobre ello, que no es el caso.
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